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Monday, September 08, 2008

VÍNCULO DE LUNAS, cuento de RONIT SELA




VÍNCULO DE LUNAS
Ronit Sela

despierta estaré en tempranas mañanas
creyendo que me envuelven como una tensa tela
y el frescor dejará surcos
como rayos delgados,
seré hechicera
navío de sueños seré,
generosa
iniciaré el paseo
alejándome
cada día un poco más
avanzando

Edith abrió los ojos y de inmediato se inundó de ternura. A pesar de que ya pasó un año desde que empezaron a vivir juntos, ese sentimiento aún la colmaba cada mañana.
Por un momento la rodeó la angustia, cuando recordó que ese día sólo se verían tarde, pero se satisfizo recordando la noche anterior –el calor de su cuerpo, sus manos acariciándola, la mirada en sus ojos en ese minuto que duró una eternidad.
Se levantó despacio, sabiéndose amada y complacida, como una princesa dormida. Se sentía mórbida, femenina como nunca antes. Por lo general, después de pasar la noche con un hombre aparecían inquietudes y dudas, siempre a tiempo para reemplazar el deseo y el anhelo, y no se iban hasta el final, hasta la despedida.
Pero esta vez era distinto. Todas las melosas promesas del cine, de pronto se hicieron minúsculas, insignificantes, comparadas con la realidad.
Se preparó café sentándose a beberlo en el balcón. Una agradable brisa atrapó al calor de agosto, con un soplo casi otoñal. Se sintió bien, percibió su cuerpo cómodo, sentado en el sillón, y otra vez la envolvieron las imágenes de la noche, y por un instante no pudo dejar de preguntarse qué le pasa, y si realmente es ella la que está allí, sonriéndose en secreto a sí misma.
Cuando salió de la casa ya era casi el mediodía y la ruta estaba libre, por lo que pudo viajar rápido, y el viento en sus cabellos, a pesar de ser cálido, le daba una impresión de libertad y aventura. En Florentín dio unas vueltas buscando estacionamiento. Al final encontró un lugar y estacionó su autito, con la pericia que adquirió en su época de Tel Aviv. Subió las sucias escaleras hasta el primer piso y golpeó la puerta de madera blanca. Ésta se abrió; Mica estaba allí, con los ojos rojos de llanto y le indicó que pasara. "Café?" le preguntó, y sin esperar respuesta siguió caminando por el largo corredor hasta la cocina y puso la pava en el fuego. Se sentaron en el balcón y tomaron el café, el primero de los tres o cuatro que beberían.

Cuando conoció a Mica, no quiso hacerse su amiga. Mica tenía esa tristeza que ella intentaba expulsar de su vida, y aún opinaba que lo lograría con facilidad, que ya lo estaba consiguiendo.. Pensaba que se estaba convirtiendo en serena, alegre, simple como un árbol, como el agua, como él. Su amor la impulsaba a creer que se había transformado en otra mujer.
Así que trato de evadirse, no entender y no escuchar el llamado, no ver la puerta que quería abrirse. Pero una noche de verano, cuando estaban con otra amiga del bar en su balcón, tomando vino, fumando y charlando sobre hombres y cosas de muchachas, esa puerta se abrió. Al principio sólo una ranura, insegura, pero poco a poco, sin que se diera cuenta, la puerta se abrió de par en par, y ella dio un paso hacia adentro, hacia una nueva amistad, que sin bulla se reveló extraordinaria.

oscuridad alterada por la luz
hermanada con la claridad,
oscuridad alterada por la luz
que es fácil amar, arduo explicar

´´´´´´
bailaré en días prodigiosos
palpitaré como una samba
etérea,
esbelta entre algarrobo y salvia,
diestra
pelota multicolor seré
entregándome cada momento
al próximo instante

Apenas se sentó a la sombra de los árboles, Edith sintió que la serenidad la inundaba. El viejo patio de la casa, con los enormes árboles de palta, los cascabeles de viento colgados alrededor emitiendo un agradable tintineo, no demasiado fuerte, y el aroma de los jazmines que Mica plantó al lado de la puerta, todo eso, junto con la presencia de Mica, que emanaba hospitalidad, entusiasmo y alegría, la hicieron sentir como si hubiera entrado en otra dimensión de la existencia. Encendió un cigarrillo del paquete que estaba sobre la mesa, la mano tocando sin pensar su vientre, todavía liso, acariciándolo. Pero aquí, por alguna razón, le estaba permitido. Las sagradas reglas de la salud, lo vedado y lo permitido no estaban vigentes en el reino umbrío en que cada instante era un placer, amoroso y suave, como un presente especial para ella.
Después de terminar el cigarrillo, entró a la casa por la puerta trasera, que la condujo directamente a la cocina. Tarros de hongos en conserva y especias y cuadros de hadas en la pared, una gran olla de dulce de manzanas bullía sobre el fuego y a su lado una vieja pava de la cual salía el vapor. Y Mica entre todo eso, como siempre en camiseta y bombacha, bailando en su cocina al ritmo de la pegajosa música de los años 70 en la radio, probando el dulce y sirviendo el café para las dos, sonriendo, como diciéndole "que alegría que estés aquí". Y la vacilación, su eterna compañera, se disolvió ante la dulzura de la confitura y las hadas y la sonrisa.

mujeres enlazan su secreto
a las raíces arbóreas
en los bosques,
mujeres con ajorcas en sus tobillos
en alfombra de hojas secas
mujeres con el pelo enredado,
en sus cuellos de pino cuelgan
las níveas monedas de su fe,
son sus propios y callados testigos
y miran sin imagen o ideas,
las grandes aguas que hierven
dentro de ellas revientan
en sus entrañas,
mujeres se descubren callando
en las cuevas se aferran al regazo
de la buena madre.

´´´´

chispeante como un torbellino de truenos
despertaré alegre los tesoros
dormidos,
en las noches
con el pelo recogido en la nuca
seré el pequeño placer,
vigas y peñascos
se moverán susurrantes
a mis pies

Mica las miró a través del lente de su vieja Pentax. Madre e hija, Edith y Nomí, la beba, con una ropita blanca de hilo. Ya ahora, mientras fotografíaba, sabía cómo saldrían las fotos. Sabía que estarían bañadas por una luminosidad amarillenta, de ensueño, por la luz de las tres de la tarde que caía justo sobre ellas y también por la otra luz, la interior, que surgía de ellas, uniéndolas con un lazo secreto del que ya adivinó su signo, como si lo hubiera tocado.
Nomí mamaba y Edith la contemplaba con amor.
Ahora lloraba, y Mica fotografiaba, la carita desfigurada por el llanto, las manitos con sus puños cerrados que golpeaban el aire. Dentro de mucho tiempo, cuando le entregue las fotos reveladas, Edith se alegrará por las imágenes del llanto que le quedarán de recuerdo de esos primeros días de su maternidad, y la querría por haberlas tomado.
Luego Edith y Nomi se fueron a dormir y ella se sentó afuera sobre el césped con su cuaderno, un café y cigarrillos, y el dulce aleteo en el vientre. En su mente, fragmentos de la noche, cuando él volvió a las cuatro de la madrugada excitado y salvaje.

tu nombre quedó cálido en mi boca
como moneda de miel,
amado mío
abraham apuesto,

consuma los sueños maduros en los naranjos
loco y apuesto es mi amado,

generosas alforjas entre tus hombros
deseadas
las silenciosas gotas
sobre tus labios,
amado
la fragancia de tu barba
aún hiere mi olfato

....

muestras a la mañana tus dientes de leche
la miel del despertar,
te levantas como una estrella de cine
las mariposas de la juventud en tu dulce mirada

el día tiene profusos tesoros para mostrar
a una niña descalza
apartada de todo lo que no es infantil,
también hoy el olivo espera que vengas

la luz juega con la lluvia
como tú, una promesa
floreces en mí como oro
porque existes se ensancha mi corazón.
la noche te regala sus horas
te ofrenda los sueños
te sueño en el cálido silencio
en la curva de mi vientre
donde tu cabeza reposa.

Se refugian de la gris rutina diaria, del cansancio interminable, de la impotencia frente a los simples trabajos de todos los días, una en compañía de la otra...
Descansan una en casa de la otra, descubren la sencilla alegría que puede encontrarse en cada cosa, y se brindan una a la otra la fuerza para buscarla.
Gritos, llantos y alaridos de alegría, pedidos y peleas y quejas y preguntas, una tranquilidad de nuevo estilo. La urgente necesidad de hablar y hablar de otro tiempo se va calmando. Aprenden a encontrar el sosiego dentro de sí mismas para poder estar juntas, cortar una banana y una manzana, abrazar, besar una rodilla raspada, empujar la hamaca, cantar y bailar, y en medio de todo eso, aprender un camino nuevo y distinto que se va aclarando frente a ellas.
A veces piensan en cómo era antes, en cómo eran ellas, dos mujeres jóvenes que charlaban y se leían una a la otra poemas. De pronto el cambio parece amenazador o triste. Pero es sólo un espejismo.
La verdad es la magia de mirar a todos esos niños, niños propios, jugando juntos, corriendo y riendo, almorzando alrededor de esa pequeña mesa, y aún el encanto de la charla robada, en la que cada palabra que se expresa es gozosa y exacta, mientras los niños juegan ensimismados.

en las copas desnudas.
los cuervos destierran el día.
los árboles oscurecen.
la calma se tendió junto a mí frente al río
y posó su mano fraternal en mi hombro.


Nota: los poemas de este relato, excepto el segundo, se deben a la pluma de la poeta israelí Luna

RONIT SELA ( Israel )

1 Comments:

Blogger mercedes saenz said...

Este relato de Ronit para mio es un privilegio. Es maravilloso. Ya lo he dciho antes y lo reitero. Cada vez crece mejor y más alto en sus narraciones. Felicitaciones!!! Mercedes Sáenz

5:14 AM  

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