LA NATIVIDAD DE NUESTRO SEÑOR JESÚS
LA NATIVIDAD DE NUESTRO SEÑOR JESÚS
Bienaventurados los que trabajan por la paz
La Natividad (Is 9,1-3.5-6; Sal 95,1-13; Tit 2,11-14; Lc 2,1-14) ya se acerca en estas fechas y queremos reflexionar sobre la venida del Hijo Unigénito del Padre, a los suyos y como suyos lo recibimos con júbilo, en el alma.
Viene Jesús a traer a todos los hombres de esta tierra, martirizada por tantas miserias, una inmensa y buena Nueva que es y seguirá siendo motivo de mucha alegría, para todos los pueblos: Nace y sigue naciendo en la ciudad de David, en el corazón del hombre. Es el Príncipe de la paz, que, una vez más, trae la paz, da la paz y deja su paz. No la paz que el mundo da, sino la paz verdadera, profunda e íntima del alma, Él, que es “camino, verdad y vida”.Esta paz de Jesucristo hay que anidarla en el corazón, incrustarla en toda la vida y relaciones, para propagarla por doquier, en la sociedad entera.
La anunciación a María (Lc 1,26-38).Tiene lugar en el «sexto mes» respecto a la concepción de Isabel. Dios envía al Ángel Gabriel, a Nazaret, en Galilea, una región, entonces, mistificada de razas dedicadas al comercio. La frase de Isaías «Galilea de los gentiles» (Is 8,23) tenía valor en este tiempo. Los judíos de la provincia de Judea los despreciaban, como a judíos no puros, por su mixtificación de razas y costumbres, y, allí, se vino a dar la Encarnación. La Nazaret actual (en-Nasira) no da idea de lo que fue en tiempos de Cristo. Su nombre probablemente significa «retoño» o «vigía» y no se le cita nunca en los documentos extrabíblicos, hasta el siglo VIII d. C.
María era «virgen» (παρθενοϚ), la palabra significa una joven núbil, como se ve en la parábola de las vírgenes necias; el contexto hace ver que se trata de una virginidad en sentido estricto. Estaba «desposada» con José. El desposorio en Israel se realiza, para las jóvenes entre los doce y los trece años, y para los jóvenes entre los dieciocho y los veinticuatro, y el matrimonio al año del desposorio, que tenía características especiales: si la desposada en el intervalo de su desposorio era infiel, se la consideraba adúltera; si el prometido moría, se la consideraba viuda con los derechos del «levirato»; el prometido no podía anular los esponsales, sino con el «libelo de repudio»; y el hijo concebido, después de los esponsales, era considerado legítimo.
El ángel aparece en su habitación y la saluda diciendo: «Alégrate, agraciadísima; el Señor está contigo». El «bendita entre las mujeres» es interpolación proveniente del saludo de Isabel. Aunque el saludo hebreo era Shalom lak: «la paz contigo», sin embargo, en la estilística de los profetas, se encuentra el cliché: «No temas..., alégrate», y la «paz», como saludo, parece que aquí tiene el sentido de alegría, en alusión a la alegría mesiánica que comienza.
Del análisis exegético, en el gratia plena, se deduce una plenitud absoluta de gracia. San Lucas dice que el Bautista y San Esteban estaban «llenos del Espíritu Santo» (1,15; Act 7,55). Aquí señala una plenitud de parte de Dios, para ser su madre, has hallado gracia delante de Dios». Pío XII dice que, con este saludo, «tal como la tradición católica lo ha entendido», se muestra la plenitud de todas las gracias divinas.
María, en su humildad, se turbó; pero el ángel la tranquiliza diciéndole que va a ser la madre del Mesías, por singular elección de Dios. Todo este discurso está trazado con alusiones a profecías mesiánicas del A. T.; con ello, se quiere conectar su cumplimiento en este niño, cuyo nacimiento -encarnación- se anuncia. María presentó una dificultad: «no conozco varón», y una pregunta: ¿como será esto?; el ángel le anuncia que la acción del Espíritu vendrá sobre ti; el Poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Y le da a María una señal de la verdad de ello: Isabel está en el sexto mes. Ante la voluntad de Dios, María prorrumpe en su fiat, es la esclava del Señor. Así María, se pone en manos de Dios, su querer es el suyo.
El nacimiento de Cristo (2,1-21). El nacer en Belén tiene una circunstancia humana inmediata. César Augusto dio un edicto de empadronamiento el 746 de Roma, siendo rey Herodes el Grande, que corresponde a unos ocho años antes de la fecha que actualmente fija el nacimiento de Jesús. Como Roma solía respetar las costumbres locales, este empadronamiento se hace al modo judío, yendo a censarse al lugar de origen. Por eso, José, que era de la casa de David, sube a Belén, a unos 140 kms., a «empadronarse con María, su esposa», ya que las mujeres casadas tenían que presentarse también en su lugar de origen, y María era también de la casa de David.
Y, estando en Belén (Bth-1ehem: casa de pan, por su fertilidad agrícola), nació el Niño. Es notable la sobriedad con que lo describe el Evangelista. «Dio a luz a su hijo primogénito»; poner «primogénito» nada dice en relación a la perpetua virginidad de María; es término legal, que prepara la escena de la presentación en el Templo. En una estela sepulcral descubierta en Egipto el año 5 a. C., se dice que una judía de la Diáspora, Arsinoe, murió entre los dolores maternos al dar a luz a su hijo «primogénito»; el término, pues, como se ve, tiene el sentido de expresión «legal».
Lo «fajó» y lo acostó en un pesebre, como los que se utilizan en las grutas de Belén, unas piedras apiladas junto a la pared, con un recipiente para el forraje. El fajarlo prepara el «signo» de la escena de los pastores. La frase «no había lugar para ellos» debe de tener un valor enfático; eran razones de pureza exquisita; María se aísla para evitar en su parto las posibles asistencias de otras mujeres, y así procura la reserva que se imponía su parto que iba a ser virginal. En la fecha, hay un error en el cálculo del monje escita Dionisio el Exiguo que lo fijó el año 754 de la fundación de Roma; pero, por Josefo y los datos históricos, se sabe que Cristo debió nacer entre el 747 y 749, unos seis años antes de la fecha actualmente fijada. En Oriente se fijaba esta fecha el 20 de mayo, el 20 de abril o 17 de noviembre; el por qué Roma decidió el 25 de diciembre, aún no se sabe. Es muy probable, que la pedagogía de la Iglesia Primitiva, para desarraigar los restos paganos, la tomase porque, en esa fecha se celebraba la fiesta pagana «Natalis Invicti», del Sol que nace. Son los cultos de Mitra, que tanto influjo tuvieron en aquella época. Así se sustituiría esta festividad pagana del Sol, por la de Cristo, como «luz del mundo».
La localización del lugar del nacimiento de Cristo está arqueológicamente bien lograda; se señala una «cueva» en la que el emperador Adriano, para profanarlo, instaló un «bosquecillo» sacrílego. Cristo debió de nacer por la «noche», se ve por el anuncio del ángel a los pastores.
Los pastores (2,8-20).Belén es un oasis en aquella región desértica; allí unos pastores «acampados» «estaban velando las vigilias de la noche sobre sus rebaños». Al modo militar, los judíos dividían la noche en cuatro vigilias. Eran pastores trashumantes. Los pastores no gozaban de buena fama, se los tenía por «ladrones»
De improviso, se les apareció «un ángel, la gloria del Señor» los rodeó iluminándolos». Es una teofanía; sensibiliza la presencia de Dios en forma de una nube (Ex 16,10-20; Núm 14,10) Ellos «temieron grandemente»; es ese temor que hiela ante la presencia de Dios. El anuncio del ángel es el Evangelio: la Buena Nueva Mesiánica, «para todo el pueblo». «Hoy os ha nacido en la ciudad de David», Belén, donde según Miqueas (5,2), había de nacer el Mesías, al que reconoceréis, en que lo hallaréis envuelto en pobres pañales y recostado en el pesebre de un establo; no en un palacio, no envuelto en riquezas, no en la ostentación y el poder.
La señal es la pobreza y la paz,. Este ha de ser el distintivo del cristiano: irradiar la gloria a Dios y la paz en la tierra a los hombres todos, llevando el amor a Dios y al prójimo.
Camilo Valverde Mudarra
Catedrático de Lengua y Literatura Españolas,
Diplomado en Ciencias Bíblicas y poeta.
Bienaventurados los que trabajan por la paz
La Natividad (Is 9,1-3.5-6; Sal 95,1-13; Tit 2,11-14; Lc 2,1-14) ya se acerca en estas fechas y queremos reflexionar sobre la venida del Hijo Unigénito del Padre, a los suyos y como suyos lo recibimos con júbilo, en el alma.
Viene Jesús a traer a todos los hombres de esta tierra, martirizada por tantas miserias, una inmensa y buena Nueva que es y seguirá siendo motivo de mucha alegría, para todos los pueblos: Nace y sigue naciendo en la ciudad de David, en el corazón del hombre. Es el Príncipe de la paz, que, una vez más, trae la paz, da la paz y deja su paz. No la paz que el mundo da, sino la paz verdadera, profunda e íntima del alma, Él, que es “camino, verdad y vida”.Esta paz de Jesucristo hay que anidarla en el corazón, incrustarla en toda la vida y relaciones, para propagarla por doquier, en la sociedad entera.
La anunciación a María (Lc 1,26-38).Tiene lugar en el «sexto mes» respecto a la concepción de Isabel. Dios envía al Ángel Gabriel, a Nazaret, en Galilea, una región, entonces, mistificada de razas dedicadas al comercio. La frase de Isaías «Galilea de los gentiles» (Is 8,23) tenía valor en este tiempo. Los judíos de la provincia de Judea los despreciaban, como a judíos no puros, por su mixtificación de razas y costumbres, y, allí, se vino a dar la Encarnación. La Nazaret actual (en-Nasira) no da idea de lo que fue en tiempos de Cristo. Su nombre probablemente significa «retoño» o «vigía» y no se le cita nunca en los documentos extrabíblicos, hasta el siglo VIII d. C.
María era «virgen» (παρθενοϚ), la palabra significa una joven núbil, como se ve en la parábola de las vírgenes necias; el contexto hace ver que se trata de una virginidad en sentido estricto. Estaba «desposada» con José. El desposorio en Israel se realiza, para las jóvenes entre los doce y los trece años, y para los jóvenes entre los dieciocho y los veinticuatro, y el matrimonio al año del desposorio, que tenía características especiales: si la desposada en el intervalo de su desposorio era infiel, se la consideraba adúltera; si el prometido moría, se la consideraba viuda con los derechos del «levirato»; el prometido no podía anular los esponsales, sino con el «libelo de repudio»; y el hijo concebido, después de los esponsales, era considerado legítimo.
El ángel aparece en su habitación y la saluda diciendo: «Alégrate, agraciadísima; el Señor está contigo». El «bendita entre las mujeres» es interpolación proveniente del saludo de Isabel. Aunque el saludo hebreo era Shalom lak: «la paz contigo», sin embargo, en la estilística de los profetas, se encuentra el cliché: «No temas..., alégrate», y la «paz», como saludo, parece que aquí tiene el sentido de alegría, en alusión a la alegría mesiánica que comienza.
Del análisis exegético, en el gratia plena, se deduce una plenitud absoluta de gracia. San Lucas dice que el Bautista y San Esteban estaban «llenos del Espíritu Santo» (1,15; Act 7,55). Aquí señala una plenitud de parte de Dios, para ser su madre, has hallado gracia delante de Dios». Pío XII dice que, con este saludo, «tal como la tradición católica lo ha entendido», se muestra la plenitud de todas las gracias divinas.
María, en su humildad, se turbó; pero el ángel la tranquiliza diciéndole que va a ser la madre del Mesías, por singular elección de Dios. Todo este discurso está trazado con alusiones a profecías mesiánicas del A. T.; con ello, se quiere conectar su cumplimiento en este niño, cuyo nacimiento -encarnación- se anuncia. María presentó una dificultad: «no conozco varón», y una pregunta: ¿como será esto?; el ángel le anuncia que la acción del Espíritu vendrá sobre ti; el Poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Y le da a María una señal de la verdad de ello: Isabel está en el sexto mes. Ante la voluntad de Dios, María prorrumpe en su fiat, es la esclava del Señor. Así María, se pone en manos de Dios, su querer es el suyo.
El nacimiento de Cristo (2,1-21). El nacer en Belén tiene una circunstancia humana inmediata. César Augusto dio un edicto de empadronamiento el 746 de Roma, siendo rey Herodes el Grande, que corresponde a unos ocho años antes de la fecha que actualmente fija el nacimiento de Jesús. Como Roma solía respetar las costumbres locales, este empadronamiento se hace al modo judío, yendo a censarse al lugar de origen. Por eso, José, que era de la casa de David, sube a Belén, a unos 140 kms., a «empadronarse con María, su esposa», ya que las mujeres casadas tenían que presentarse también en su lugar de origen, y María era también de la casa de David.
Y, estando en Belén (Bth-1ehem: casa de pan, por su fertilidad agrícola), nació el Niño. Es notable la sobriedad con que lo describe el Evangelista. «Dio a luz a su hijo primogénito»; poner «primogénito» nada dice en relación a la perpetua virginidad de María; es término legal, que prepara la escena de la presentación en el Templo. En una estela sepulcral descubierta en Egipto el año 5 a. C., se dice que una judía de la Diáspora, Arsinoe, murió entre los dolores maternos al dar a luz a su hijo «primogénito»; el término, pues, como se ve, tiene el sentido de expresión «legal».
Lo «fajó» y lo acostó en un pesebre, como los que se utilizan en las grutas de Belén, unas piedras apiladas junto a la pared, con un recipiente para el forraje. El fajarlo prepara el «signo» de la escena de los pastores. La frase «no había lugar para ellos» debe de tener un valor enfático; eran razones de pureza exquisita; María se aísla para evitar en su parto las posibles asistencias de otras mujeres, y así procura la reserva que se imponía su parto que iba a ser virginal. En la fecha, hay un error en el cálculo del monje escita Dionisio el Exiguo que lo fijó el año 754 de la fundación de Roma; pero, por Josefo y los datos históricos, se sabe que Cristo debió nacer entre el 747 y 749, unos seis años antes de la fecha actualmente fijada. En Oriente se fijaba esta fecha el 20 de mayo, el 20 de abril o 17 de noviembre; el por qué Roma decidió el 25 de diciembre, aún no se sabe. Es muy probable, que la pedagogía de la Iglesia Primitiva, para desarraigar los restos paganos, la tomase porque, en esa fecha se celebraba la fiesta pagana «Natalis Invicti», del Sol que nace. Son los cultos de Mitra, que tanto influjo tuvieron en aquella época. Así se sustituiría esta festividad pagana del Sol, por la de Cristo, como «luz del mundo».
La localización del lugar del nacimiento de Cristo está arqueológicamente bien lograda; se señala una «cueva» en la que el emperador Adriano, para profanarlo, instaló un «bosquecillo» sacrílego. Cristo debió de nacer por la «noche», se ve por el anuncio del ángel a los pastores.
Los pastores (2,8-20).Belén es un oasis en aquella región desértica; allí unos pastores «acampados» «estaban velando las vigilias de la noche sobre sus rebaños». Al modo militar, los judíos dividían la noche en cuatro vigilias. Eran pastores trashumantes. Los pastores no gozaban de buena fama, se los tenía por «ladrones»
De improviso, se les apareció «un ángel, la gloria del Señor» los rodeó iluminándolos». Es una teofanía; sensibiliza la presencia de Dios en forma de una nube (Ex 16,10-20; Núm 14,10) Ellos «temieron grandemente»; es ese temor que hiela ante la presencia de Dios. El anuncio del ángel es el Evangelio: la Buena Nueva Mesiánica, «para todo el pueblo». «Hoy os ha nacido en la ciudad de David», Belén, donde según Miqueas (5,2), había de nacer el Mesías, al que reconoceréis, en que lo hallaréis envuelto en pobres pañales y recostado en el pesebre de un establo; no en un palacio, no envuelto en riquezas, no en la ostentación y el poder.
La señal es la pobreza y la paz,. Este ha de ser el distintivo del cristiano: irradiar la gloria a Dios y la paz en la tierra a los hombres todos, llevando el amor a Dios y al prójimo.
Camilo Valverde Mudarra
Catedrático de Lengua y Literatura Españolas,
Diplomado en Ciencias Bíblicas y poeta.
2 Comments:
Alicia leerte es siempre escalar la cima de la belleza.
Un abrazo Gus.
Que buen lugar para encontrar un poema de Alicia. Me encantó!! Las sensaciones muchas y ternura de naranjas.
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