ESPÍRITU EN LA RED

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Location: Pehuajó, Provincia Buenos Aires, Argentina

Thursday, August 09, 2007

VIRGEN INMACULADA


VIRGEN INMACULADA


Virgen inmaculada,

Virgen pura,

Virgen santa.

La bien amada,

La madre de ternura,

La llena de gracia,

Enséñanos tu amor

Y el Reino de paz y ventura.


Virgen bienaventurada,

Virgen de dulzura

Virgen blanca,

Danos tu luz sagrada.

Deja ya tu amargura.

Lleva el verso que canta

Tu Asunción al Cielo

Y ponlo ante el Señor

Que nos dé la paz segura.

CAMILO VALVERDE MUDARRA

DE LA SIERRA


DE LA SIERRA

Por las níveas barandas de la sierra,
albos cielos de alianzas sacrosantas
llevan coros de niebla por la tierra
con salmos hechizados de tarantas.


Niños transidos tiemblan sin sonrisas,
niñas sin formas sangran sin enaguas;
hambre y violencia; lucros y requisas
beben su sangre y roban hasta el agua.


Varones fatuos, ahítos de monedas,
en su miseria, soban fofas panzas;
damas bufas, remilgos de feas sedas,
lascivia refocilan en sus danzas.


Y los niños tiritan dolor y hambre
en la noche que exhala cruel aliento;
gemidos rotos hincan en el viento
el temblor y el silencio de su sangre.


CAMILO VALVERDE MUDARRA

JESÚS Y LOS NIÑOS DE HOY


JESÚS Y LOS NIÑOS DE HOY

Un grupo de niños
se le acercó,
lo llamaron a jugar,
y subieron a sus rodillas.

Algunos padres
pidieron a Jesús
que bendijera a sus hijos.

El les acariciaba la cabeza
y pensó en las Abuelas
que buscan a sus nietos desaparecidos,
y en los niños matados antes de nacer

El sol puso una gota de sangre
en la frente del Maestro.

MARITA RAGOZZA DE MANDRINI

LA ROSA DE HIROSHIMA


LA ROSA DE HIROSHIMA

6 de Agosto de 1945


Piensen en las criaturas
Mudas telepáticas
Piensen en las niñas
Ciegas inexactas
Piensen en las mujeres
Rotas alteradas
Piensen en las heridas
Como rosas cálidas
Pero oh no se olviden
De la rosa de la rosa
De la rosa de Hiroshima
La rosa hereditaria
La rosa radioactiva
Estúpida e inválida
La rosa con cirrosis
La antirosa atómica
Sin color sin perfume
Sin rosa sin nada


VINÍCIUS DE MORAES ( Brasil 1913-1980 )

LOS NIÑOS EN EL MENSAJE DE JESUCRISTO


LOS NIÑOS EN EL MENSAJE DE JESUCRISTO

¿Qué significado tiene la expresión de que hay que hacerse como niños, esa idea que, en la historia de la espiritualidad, se ha llamado "la infancia espiritual"? Es posible que no haga referencia a la adquisición del estado de virtud, pues el niño no ha alcanzado tales estadios y ni siquiera es capaz aún de ponerla en práctica; es, más bien, veleidoso, inestable, inconsistente que deja llevar por el instinto; es voluble, tornadizo, gira acá y allá, va y viene al aire que sopla; es un caprichoso, lo mismo ríe que llora, obedece que desobedece, lo mismo toma pataletas que saltos de alegría. Hay que estar siempre a su lado, enseñándole y corrigiéndolo. ¿Qué santidad, por tanto, puede suponer hacerse como niño?

En la enseñanza del Maestro, los niños son los grandes indigentes, los verdaderos necesitados, los más pobres, pues dependen de los demás de manera absoluta. No pueden valerse por sí mismos, tienen enormes necesidades, lo precisan todo.


Hombres, niños


El niño carece de todo poder, está siempre disponible para obedecer, para hacer lo que le manden. El niño es el símbolo del servicio. En aquella época, el niño no contaba nada; era un ínfimo, socialmente, se halla infravalorado; no se le tiene consideración alguna; no se le consulta; no es un sujeto de derechos, lo que se le de es puro regalo.

El niño, el sencillo –dice el primer Apóstol-, practica la fraternidad y la amistad sincera (1 Pe 1,22). El niño es la sinceridad absoluta; en él no hay doblez alguna; se manifiesta tal cual es, va a las claras, camina en la rectitud del corazón. Es frágil, débil, insignificante, necesitado, está a merced de los demás, no guarda rencor, todo lo olvida con facilidad y con prontitud, se contenta con poca cosa, se divierte con una nonada, excluye la maldad, la malevolencia, la hipocresía, da con generosidad, sin calcular.

En fin, un niño no tiene poder alguno de decisión, siempre ha de obedecer, siempre anda sometido, tiene que hacer lo que le manden, lo que ordenan y quieren los mayores.


Los adultos, discípulos de Jesucristo, tienen que ser un vivo retrato del niño. “Si no os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de mi Padre” (Mat 18,3). El adulto, que se hace niño, se deja llevar por Dios, le obedece siempre y en todo, renuncia a su propia voluntad para hacer la voluntad de Dios, se echa en los brazos de Dios, como el niño en brazos de su madre, ese es el más grande en el reino de Dios. El adulto, que se hace niño, es "sencillo de corazón" (Sab 1,1), no tiene " dobleces en el alma " (Sant 4,8), ni "doblez de corazón" (Si 1,28), "no anda por caminos torcidos" (Prov 28,6), ni "por ambiguos senderos" (Si 2,12), ni "tiene una lengua doble" (Sí 5,9), como las serpientes, anda limpio, posee la "rectitud del corazón" (1 Crón 29,I7).

El adulto, que se hace niño, entra por el camino acertado, consigue el ropaje preciso, se presenta capacitado para pertenecer al Reino, lo espera todo de Dios y lo recibe como un bien gratis; sabe que todo don perfecto viene de lo Alto, que todo es gracia. Parte de cero, como un recién nacido, “el que no naciere de nuevo…” (Jn 3,3) y va creciendo en la vida espiritual, hasta que se hace adulto, pero un adulto, que no deja de ser niño, pues, en todo momento, se siente entregado a Dios en total disponibilidad.

El adulto, que se hace niño, no busca orgullos mundanos, no quiere significarse en nada, desea pasar desapercibido, carece de pretensiones, no intenta ser nadie en la Iglesia, no se cree merecedor de nada, ni se siente con derecho a menciones. ¿Hay algo más antievangélico que un dirigente de la Iglesia, cuya misión esencial es la de servir, se convierta en un "servido" en todo, hasta en las cosas más nimias y ridículas? ¿Algo más antievangélico que querer hacer carrera en la Iglesia, que anhelar una distinción de tal o cual titulo eclesiástico que sólo sirve para fomentar las vanidades de este mundo? “Vanidad de vanidades, y todo vanidad” (Ecl 1,2). Por otra parte, ¿qué sentido tienen los títulos honoríficos eclesiásticos, ni de qué sirven, si el destino del discípulo es ceñirse la toalla, tomar el lebrillo y lavar los pies a todos los cansados; si lo suyo es abrazarse a la cruz con todos los crucificados que marchan cargados de tantas tremendas injusticias?

El adulto, que se hace niño, no quiere poderes ni honores, prebendas ni distinciones; no ansía los condados ni los reinos de este mundo, que pertenecen al Diablo (Lc 4,5). Y es que un niño no está para mandar, sino para ser mandado; no ostenta la autoridad y el rango superior, es el que obedece, anda sumiso y ocupa el puesto inferior, pertenece al servicio.





Los niños y San Pablo


Apoyando su argumentación en la Sagrada Palabra, San Pablo expone con claridad la razón de esa niñez que ha de retomar el cristiano: “La Escritura dice: Todo aquel que en Él creyere, no será rechazado ni avergonzado” (Rom 10,11); la raíz está en la fe; el hacerse niño, es renacer a la fe; nacer de nuevo, para crecer, con ayuda del Espíritu en la entrega a Dios por la fe, esperanza y caridad. El Apóstol les explica a los corintios que es preciso anonadarse, bajarse de los orgullos, reducirse a lo poco, para ganar lo mucho, someterse, para salvar a los hombres: “Me he hecho débil con los débiles, para ganar a los débiles” (1 Cor 9,22). Siendo unos inválidos en la fe, no habiendo alcanzado la madurez espiritual, “pues, cuando aún éramos niños desvalidos, Cristo vino y murió por traer la salvación” (Rom 5,6); nos proporcionó los medios necesarios para salir de la infantilidad, para sacudirnos el yugo del pecado y entrar en el camino de la esperanza y por sus méritos llegar a la reconciliación con Dios.

El Apóstol se lamenta de que los corintios sean "como niños en Jesucristo" y de que tenga que tratarlos como a niños, "dándoles a beber leche", es decir, los principios más elementales de la doctrina cristiana, y "no alimento sólido", porque no son capaces de digerir el alimento profundo y sólido del misterio de Cristo (1 Cor 3,2). Les dice que "no sean como niños, sino como hombres adultos"; que no sean unos niños únicamente en su falta de maldad, en la sana intención, en la limpieza de pensamiento sin malicia. San Pablo quiere decir, que tienen que crecer en el espíritu, madurar en la asimilación del mensaje de Cristo; no quedarse en la ingenua ignorancia, que salgan y no practiquen la "infancia espiritual", sino que maduren y dejen el "infantilismo espiritual".

El cristiano tiene que crecer constantemente en la vida espiritual, hacerse adulto, firme y fuerte en la fe. Sólo así se alcanza el estado del hombre perfecto, a la medida de la edad de la plenitud de Cristo, "para que no ser niños vacilantes y no dejarse arrastrar por ningún viento de doctrina... que induzca al error; más bien, hay que avanzar en todos los sentidos hacia aquel que es la cabeza" (Ef 4, 14-15).

El mismo Apóstol se propone como modelo: "Cuando yo era niño, hablaba como niño; y cuando llegué a hacerme hombre, desaparecieron las cosas de niño" (I Cor 13,11). Ahora bien, el creyente, aunque llegue a la madurez del hombre adulto, no debe desechar su niñez ante Dios, nunca ha de dejar de ser niño, el supremo indigente para Dios. Es más, huyendo siempre de todos los aspectos maliciosos, aconseja que imiten a los niños en su bondad: “Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar, sino sed niños en la falta de malicia; pero, maduros en la conducta y convicciones” (1 Cor 14,20). Lo que San Pablo intenta trasmitir es que se tenga la docilidad de niño, para aprender y entregarse a Cristo, que sean niños, para estar al lado de Jesucristo, dóciles en beber su enseñanza, pero adultos para digerirla y practicarla, hombres formados en la doctrina, inmóviles en la madurez y consistencia del Evangelio; hombres en la firmeza de la fe; hombres transformados por la Caridad, inundados del amor.


CAMILO VALVERDE MUDARRA

LOS NIÑOS Y LA GUERRA


LOS NIÑOS Y LA GUERRA
Más de dos millones de niños han muerto, seis millones están gravemente heridos o permanentemente discapacitados por las guerras en los últimos diez años.
FUENTE: Solidaridad Internacional – Miembro de la ONU.


Niños muertos,
rehenes y heridos,
luciérnagas asustadas,
estrellas muertas en sus ojos
y en las mejillas el candor mutilado,
la nodriza de sus almas
día y noche
eleva al cielo
un eterno canto de duelo.

La guerra hinca su zarpa
sin piedad,
en el estrato más inocente
de la sociedad.
¡Ay, esta bruma de violencia ciega!
Infancia y guerra,
binomio de dolor en la tierra,
colinas de luz por las nubes
ascienden desde el alba,
oculta en los olivos
duerme la paz.
¡Despierta, despierta!

Sangre de nieve
de los niños muertos,
rehenes y heridos,
en cada uno de ellos un hijo
tuyo, nuestro mío . . .


MARITA RAGOZZA DE MANDRINI

NIÑO LABORABLE


NIÑO LABORABLE

“Hoy será un domingo más que agradable
Sin duda.” Afirma el diario matutino.
Para José, quien es aún un niño,
No es esta expresión muy razonable.

Su padre lo obliga con voz de sable
A cubrir la esquina, a que revenda flores.
Su madre se ha ido, a huir de dolores
Que le hacían la vida insoportable.

“Deme una moneda, señor, vecino.”
Cómpreme una solita, sea amable.”
“Es para el pan y no para el vino.”

Pero la gente sigue imperturbable
Sin ver que José carente de amores
Es hoy un niño más que laborable.


MARÍA CRISTINA AZCONA

PROTECCIÓN DE LOS NIÑOS


PROTECCIÓN DE LOS NIÑOS

En épocas pasadas, el niño no ha gozado de consideración, se tenía por un ser sin valor; era un miembro dependiente, invisible y pasivo en la sociedad y en la familia. Últimamente, ya en el tiempo moderno el niño se ha vuelto "visible"; ha pasado a ser un ente de derecho y su situación ha evolucionado de modo importante hasta cobrar un mayor aprecio; ha ocupado un espacio primordial y ganado el respeto y atención en la sociedad; se le mira, se le oye y se le cuida. Ha alcanzado un plano deferente en el ámbito familiar y jurídico. Se ha hecho sujeto de derecho, por lo que se han dictado leyes en su favor, al suscitar la acción colectiva en favor de la infancia. La familia es el marco ideal, el seno natural, en que nace y se desarrolla el niño. Es la primera instancia de su conformación física, mental y moral, el primer núcleo de aprendizaje y educación y primera etapa de la experiencia social y democrática.
Sin embargo, a pesar de los avances de la modernidad, la Convención Internacional sobre los Derechos de la Infancia, adhiriéndose al principio fundamental del interés superior del niño, ha puesto de manifiesto que, a menudo, siguen dándose situaciones nocivas y perjudiciales en los países pobres, e, incluso, no faltan en las naciones del bienestar. En ambos casos la raíz principal es la misma, se halla en la crisis moral que corroe la sociedad posmoderna, que afecta a muchas familias y en las debacles familiares y las dificultades en las que viven los padres. Afirma que, por su debilidad, el niño necesita una protección especial, tanto antes como después del nacimiento. Es necesario que se reconozcan los derechos del niño en el período de la vida prenatal; desde el momento mismo de su concepción, el ser humano debe gozar de esa protección.
Las circunstancias externas que rodean a la familia y las tensiones de naturaleza económica, social o cultural que se producen en su seno son la causa, indudablemente, de muchos abandonos, de muchas ignorancias, de muchas soledades. El niño debe trabajar para y con la familia y la niña, orientada desde su infancia a prepararse para el papel de madre, debe ocuparse de sus hermanos menores y reemplazar la figura materna en todas las tareas domésticas. Los niños son pasto fácil de la necesidad y la pobreza entre la prostitución turística y la subyugante esclavitud; son prontas víctimas de la garra del olvido y de la calle, de los maltratos y aún de la inundación y la catástrofe; para ellos, no hay atenciones y alimentos suficientes, cimentaciones consistentes ni estructuras adecuadas en muchos países del planeta e incluso en las calles mendicantes de nuestras luminosas y prósperas ciudades. La especie humana, a veces, se presenta en su más ínfima condición, mucho más allá de las fieras y las serpientes, en consonancia con las fuerzas naturales que rugen y braman a su aire. La desidia, la irresponsabilidad, la codicia y la maldad se ceban con los débiles.
A menudo, los niños son víctimas de abusos y descuido, y se desconoce su derecho a la integridad física, en el supuesto de que la vida privada de la familia automáticamente confiere a los padres la capacidad para tomar decisiones correctas y fundamentadas sobre la "educación responsable de futuros ciudadanos". La falta de un verdadero derecho de familia plenamente garantizado por la ley exige la necesidad de una normativa múltiple para proteger los diversos derechos del niño. Además, es preciso intensificar los esfuerzos para que se reconozca a la familia, fundada en el matrimonio, su papel social imprescindible para el bien común.
La Convención expresó la esperanza de que, por medio de una intensa sensibilización e información, sea posible extirpar los prejuicios y superar las tradiciones culturales y religiosas que son contrarias a la dignidad del niño, que menoscaban su desarrollo armónico e impiden el disfrute efectivo de sus derechos fundamentales.
A veces, mujeres solas tienen hijos, provenientes de padres diversos, que, luego, ellas son incapaces de educar; otras, el triste destrozo de familias desechas por las guerras y la miseria ocasionan graves e irreversibles deficiencias en la educación de los niños que, sin la protección y la atención familiar, se ven solos, desprovistos, abocados a escollos y a manejos, vejados y explotados por miserables y atrapados por las redes tenebrosas de la degradación infantil, de la pornografía y de la execrable pederastia, y, con frecuencia, absorbidos por los espacios delincuentes y criminales. Las muchachas ruedan hasta llegar a las calles y a los inmundos olores de la prostitución, corroídas por embarazos precoces y el contagio de tremendas enfermedades.
La profusión de la droga, la promiscuidad sexual y los modismos hedonistas antievangélicos, que se difunden con aires de liberación y bajo aspectos de modernidad, son sólo argucias y trampas intencionadas para sembrar reclamos materialistas y relativistas, producir la descomposición y el desconcierto y, al fin, comerciar y lograr pingües bolsas. Todo este cúmulo problemas supone, para muchos menores, un grave impedimento en su propio desarrollo y en la formación de su carácter que llega a difuminar el descubrimiento de su identidad moral, lo que se agrava con frecuencia por la desoladora carencia afectiva y educativa de muchos padres. Los hijos necesitan una gran carga de cariño y serenidad; y, al no encontrarlo en la familia, corren el peligro de buscar y llenar esa profunda necesidad recurriendo a otras vías erróneas y alienantes. Es necesario prevenir estas carencias y peligrosas búsquedas mediante una atenta dedicación y una esmerada entrega a la educación. La cuestión estriba en afrontar el problema en su raíz; en protegerlo con una gran carga de amor, en educarlo en los valores humanos y morales, en fortalecer su voluntad con la creación de hábitos consistentes, y evitar así los vacíos, producto de muchas ausencias, desvíos y descuidos. Hay que enfundarlos en una sólida formación de fe, esperanza y caridad.
CAMILO VALVERDE MUDARRA